enero 2023

Día 37: Caleta Tortel

No hay mucho que contar de Caleta Tortel: tiene una plaza, la “rotonda”, que es el único lugar donde se puede estacionar, desde allí hay que caminar a todos lados. Nuestro hostal estaba al final de la ciudad, a más de 2 km de la rotonda… La ciudad no tiene calles pavimentadas, solo pasarelas de madera que originalmente estaban construidas con ciprés de las guaitecas, un árbol nativo que ya se cargaron por sobre explotación y que resulta ser unas de las maderas que mejor resiste la humedad. Pero ya no queda, así que cada cierto tiempo tienen que reparar las pasarelas que se corroen rápidamente por las duras condiciones del clima.

Debe ser el lugar con peor clima de toda la zona: bajas temperaturas, lluvia, viento, casi todos los días del año. En la ciudad no hay realmente nada que ver, excepto lo pintoresco de las pasarelas y el color lechoso del agua (dulce en la superficie, salada unos metros más abajo).

Nos quedamos en el hostal de Albita, muy bien valorado en Google todavía no sé por qué razones, salvo porque Albita sea muy dulce y entrañable. Intentamos buscar algún buen sitio para comer, pero el único bueno (según Albita) era el Mirador y estaba cerrado. Había otros bien valorados en Google pero eran realmente malos. Y caros. En el primero nos encontramos a la pareja francesa que habíamos recogido antes de llegar a Cochrane y estuvimos cenando con ellos, muy buena conversación y onda. En ese sitio pagamos una barbaridad por la cena. Ojo que no suelen darte los precios, no hay carta, solo te dicen lo que hay y la sorpresa te llega luego, por lo que todo está montado para que te sientas estafado. En fin, de eso viven.

Este es uno de los lugares donde no creo que vuelva a venir. Sé que a mucha gente le encanta y que le encuentra un toque mágico y romántico, pero yo solo vi una ciudad inaccesible, pobre y sin servicios de calidad. Caleta Tortel: Check.

 

Día 36: Cochrane y Glaciar Cayuqueo

Nos encantó Cochrane. Es una ciudad pequeña, que todavía tiene las plazas como punto de reunión familiar, no se ven grafitis, los niños parecen niños, hay almacenes tipo emporio que tienen de todo, pero de verdad DE-TO-DO, desde comida hasta materiales de ferretería, pasando por ropa, zapatos y papelería y todo está en cajitas sin nombre pero las dependientas saben perfectamente dónde se encuentra cada cosa.

La conectividad también es un lujo. Como en la cabaña casi no había señal, decidimos buscar algún cyber café o ir a la biblioteca pública a trabajar. Con lo primero nos fue mal porque no hay ningún cyber en la ciudad (aunque Google diga lo contrario) y la biblioteca era una buena opción, pero cerraba muy temprano. Así que, como el día estaba lindo y no había dónde ir, nos quedamos trabajando en un banquito de la plaza de armas. Y así estuvimos unas dos horas hasta que nos quedamos sin batería. La gente pasaba y nos saludaba, los perritos se me acercaban, todos muy respetuosos y educados. Si no estuviera tan lejos de todo, sería una linda ciudad para vivir.

El glaciar Cayuqueo (a veces escrito Calluqueo) y el monte San Lorenzo, son dos de los hallazgos de este viaje y que no aparecían en la información previa que teníamos de la zona (más bien, que tenía Javi, que se curró todo el viaje). No recuerdo que ningún chileno me mencionara esta zona ni que hubiera venido. Y es un pecado. Cómo es posible que en Chile no se sepa más de único glaciar que se puede visitar 1) gratis, 2) en auto, 3) ¿de dicho que se puede ver desde el auto? Tremendo. En las dos horas de viaje, viendo un paisaje patagónico de libro, nos cruzamos solo con una camioneta con placa de Estados Unidos. Increíble.

Al terminar, pasamos de vuelta a Cochrane (la desviación está solo a 4 km) para echar gasolina y enfilamos rumbo a Caleta Tortel.

En el camino recogimos a dos autoestopistas porque Javi se apiadó de ellos (camino de ripio y con lluvia) y resultaron ser dos chicos (30 y algo) santiaguinos que estaban deslumbrados por la belleza del sur. Estaban pensando en vivir en la zona y montar algún negocio, como una peluquería en Puerto Tranquilo. Ay por dios, ojalá no haya muchos de estos dando vueltas.

Día 35: Parque Nacional Patagonia – Sector Tamango

El Parque Nacional Patagonia tiene 3 sectores: el principal es el sector Chacabuco, que estaba frente a la confluencia del Baker con el Chacabuco, el segundo es la Reserva Tamango, que estaba a 300 metros de nuestra cabaña y el tercero es el sector Jeinimeni (que visitaremos al final de nuestro viaje).

Como la idea era hacer senderos de dificultad baja o moderada, hicimos el Sendero Los Carpinteros que en teoría duraba unas 3 horas de ida y vuelta. Todo en teoría porque, no es que sea una subida muy difícil, pero jamás la pondría como fácil: tiene bastantes pendientes, mucha piedra y escalones y vas bordeando el precipicio varias veces y nos tomó unas 4 horas en total. Pero merece la pena, es un paseo muy lindo con vistas al Lago Cochrane con unos colores que recuerdan las calas de las Baleares, impresionantes y cristalinas. Nos tuvimos que aguantar las ganas de darnos un chapuzón, de verdad que la luz, el color, la profundidad y la transparencia del agua era de fábula. Maravilloso.

 

Día 34: De Puerto Guadal a Cochrane

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En teoría, había un par de cosas que ver en Puerto Guadal, una antigua mina y el Salto del Maqui, a 5 kilómetros. La dueña de la cabaña nos dijo que la mina no valía la pena pero que el salto era muy bonito (las fotos también lo decían) así que allá fuimos.
La sorpresa es que el acceso al salto estaba, adivinen, cerrado por ser propiedad privada. Como ya estaba bastante mosca con la propiedad privada de espacios naturales, nos metimos igualmente al bosque que, en teoría, llevaba hacia el salto. El punto es que nunca encontramos el sendero correcto y descubrimos que la propiedad del bosque es de una empresa que montó una hidroeléctrica a partir del salto. Eso es. Tomamos algunas fotos que estaban colgando del bosque cercado. Por lo visto, no soy la única que se rebela contra los dueños de la tierra.
Nos dirigimos luego hacia Puerto Bertrand. La intención era ver el pueblo, ir al nacimiento del río Baker (el más caudaloso de Chile, como repetíamos en las clases de historia y geografía en la básica) y luego la confluencia de los ríos Baker y Neff. La idea era llegar a Cochrane antes de las 12.00 para alcanzar a ver la final del mundial (Argentina-Francia) y Javi ya había acordado con el dueño de la cabaña el horario de llegada. Pero las cosas no siempre se dan como estaban planificadas.
En Puerto Bertrand nos tomamos un café en un food track regentado por dos venezolanas. Había una extraña pareja detrás de nosotros y nadie más. Era como un pueblo fantasma. Luego llegó más gente, pero teníamos la sensación de estar en el fin del mundo.

Preguntamos por dónde se iba al nacimiento del río Baker, pero nadie había oído hablar de él. Partimos en dirección a la confluencia del Baker y el Neff, que es mucho más conocido y a menos de 3 kilómetros vimos la entrada al mirador del nacimiento del Baker. Plop. Se podía llegar caminando, pero ¿nadie lo conocía? Bueno, pues es muy bonito, el agua es azúl glaciar y transparente y es precioso ver cómo el lago se convierte en río.

La siguiente parada fue la confluencia del Baker y el Neff y es un verdadero espectáculo, ver cómo las aguas transparentes y caudalosas del primero se unen a las verde-lechosa del segundo (por efecto de los sedimentos que dejan los glaciares) y luego continuan en una única ruta.

A esas alturas, era imposible que llegáramos a ver el partido a las 12, pero nos daba lo mismo. Paramos una última vez antes de llegar a Cochrane en la confluencia del río Baker con el Chacabuco y nos ocurrió algo particular: una mujer que estaba en otro auto se acercó a Javi para pedirle que lleváramos a Cochrane dos autoestopistas que llevaba ella, porque ella se quedaría en el Parque y no seguiría hasta Cochrane. Me mosqueé, no habíamos llevado nunca a nadie y no me gustaban esos asaltos de buenismo. En fin, como a Javi lo pillaron desprevenido, aceptó y llevamos a una pareja de franceses que llevaban 5 meses viajando por sudamérica y que iban a hacer una ruta similar a la nuestra pero mucho más rápida. Muy simpáticos los dos. Cuando llegamos a Cochrane y recobramos la señal de móvil vimos que el partido estaba a punto de terminar y que Argentina iba ganando 2 x 0. ¡Qué disgusto se llevaron los pobres! Los dejamos en el centro y llegamos a la cabaña, encendimos la tele y estaba a punto de empezar el tiempo extra porque los franceses habían empatado en 10 minutos, muy emocionante. Me pregunto cuántos argentinos habrán tenido problemas cardíacos ese día.

La cabaña nos gustó mucho, solo que como estaba fuera del centro, no tenía Wi-F y nuestra señal de teléfono fluctuaba entre mala y desastrosa, pero el sitio era muy campestre y silencioso.