Excursiones

Día 26: Laguna San Rafael

Ya habíamos estado en la laguna San Rafael con Ángel y Amparo en 2014 y en esa oportunidad me había parecido un robo lo que nos cobraban por llevarnos en una lanchita que ni siquiera se acercaba mucho al glaciar, pero esta vez, como íbamos con Tania y Alejandro, queríamos darle una segunda oportunidad a otro de los highlights del viaje. Contratamos con una agencia y teníamos que estar a las 5.50 am en la costanera para irnos en caravana.

Dos horas después estábamos en Bahía Exploradores, que ha cambiado bastante en estos 8 años: su muelle está bastante nuevo y se veían varias embarcaciones medianas que harían la misma excursión que nosotros. Por fuera, nuestro barco se veía grande – o al menos más grande que el del 2014 – pero estaba equivocada: íbamos como en una micro pequeña unas 12 -14 personas en total. La excursión incluía desayuno, almuerzo y un whisky con hielo milenario, todo lo cual suena muy bien, pero era bien regulero al final. En fin, no quedé contenta con la calidad del servicio de 99% Aventura, pero la molestia se compensó al llegar al glaciar: como fuimos tan temprano, éramos el único barco alrededor. Casi no había témpanos flotando, a diferencia de la primera vez, lo que significaba que podíamos acercarnos más al glaciar. Y no llovía. Así que por suerte el tiempo nos acompañó y pudimos disfrutar de vistas despejadas al glaciar.

Llegamos de vuelta a eso de las 16.00 a la cabaña y por la noche repetimos cena en Casa Bruja. Al día siguiente tocaba volver a Coyhaique y celebrar los 50 de Javi con la Carlita y Marco.

Día 25: Glaciar exploradores

« de 2 »

La excursión al glaciar Exploradores estaba en nuestra lista de destacados del viaje, así que las expectactivas al comenzar el día eran muy altas. Yo ya había hecho escalada en hielo en Islandia y me habían quedado ganas de hacerlo todos los días de mi vida, así que más presión todavía para que el día saliera bien.

Salimos a las 7 de la mañana de Bahía Murta a Puerto Río Tranquilo, donde teníamos que estar a las 8 para comenzar la excursión. La agencia que contratamos (Latitud 47) era, de casualidad, de la misma persona que nos alquiló la cabaña (Coni) y su pareja, Eugenio, era el guía.

Pasadas las 8 partimos hacia Bahía Exploradores. Eugenio es un guía nacido y criado en la zona y nos contó un montón de cosas sobre el pueblo, su abuelo colono, los cementerios familiares, los cambios de la zona en los últimos años. Se se notaba el amor por su tierra y por la naturaleza. Además, como llevaba unos 15 años yendo casi a diario al glaciar (en temporada alta) se conocía el camino de memoria y fue una experiencia añadida al tour el rally por el que nos llevó por el ripio patagónico. Volamos sobre los hoyos y las piedras, creo que nunca bajó de 70. Tremendo.

En fin. Tras hora y media llegamos a la entrada de la reserva de la Conaf, nos pusimos el casco y cogimos las polainas y los crampones que usaríamos en el hielo. La caminata comenzaría a través del bosque, continuaría por una zona de morrenas, llegaríamos a la zona de hielo sucio y luego al hielo limpio. Unas 3 horas de caminata solo para llegar al hielo limpio.

El bosque era más bien una selva, súper frondosa, húmeda y siempreverde. Íbamos oliendo las plantas, probando calafates y algunas hojas tiernas de nalcas que Eugenio pelaba como un apio. Se me hizo corto y tremendamente hermoso ese tramo y de pronto se acabó el bosque, apareció una zona abierta, un paisaje de piedras y hielo. Al fondo se veía el glaciar.

Caminar en las morrenas no era tan fácil como parecía: debajo de las piedras había hielo sólido y por ello muchas piedras estaban sueltas, así que había que estar mirando al suelo todo el camino. No saqué muchas fotos de esa parte, estaba más preocupada de no caerme a una grieta que de inmortalizar el momento. Avanzamos poco a poco y notamos que las piedras se iban acabando y el hielo era más protagonista. Y las grietas. Cada vez más grietas de todos los tamaños, subidas y bajadas muy empinadas, tratando de controlar la caminata con los crampones. No es que estuviera asustada, pero de verdad que la mayor parte del camino era literalmente al borde de grietas de hielo donde no se veía el fondo.

Llegamos a la parte más limpia y ya estábamos mojados hasta el tuétano: además de que nos llovió, necesitábamos ir apoyándonos con las manos para avanzar, así que los guantes estaban empadados y cada cierto rato apretabas las manos para escurrirlos.

Caminamos más o menos hora y media por el hielo y debo decir que fue espectacular. Estaba un poco cansada (y como consecuencia, de mal genio), con la ropa estilando y pensando en que teníamos que desandar todo lo caminado a la vuelta, pero lo que estábamos viviendo era increíble. Hermoso, impactante. Nos hicimos muchas fotos en algunos de los agujeros más grandes, donde literalmente llovía por dentro.

La vuelta fue dura, estaba cansada de las piedras, la lluvia que iba y venía y de estar tan mojada. ¿Cómo era posible que todos nosotros, que nos habíamos comprado buenas parkas impermeables, estuviéramos mojados como pollos? El único seco del grupo era Eugenio, que llevaba una especie de capa de hule marca Patagonia. Nuestras Columbia, North Face y Decathlon eran pura caca.

Llegamos a la cabaña luego de parar un par de veces en el camino, pusimos toda la ropa a secar a la estufa y nos fuimos a comer a un lugar que nos recomendó Eugenio, Casa Bruja. Solo diré que repetimos al día siguiente. Exquisito. Todo estaba bueno, pero recomiendo en especial el Pulmay. En resumen: un día maravilloso e inolvidable.

Día 24: Cavernas y Capillas de Mármol – Puerto Sánchez

« de 2 »

Nos levantamos temprano para llegar a las 9:00 a Puerto Sánchez. Se suponía que tardaríamos unos 45 minutos, pero Tania Fittipaldi hizo el milagro y llegamos en 40 con varias paradas incluidas para sacar fotos a un arcoiris y a las vistas de los lagos. Tremendo el camino: solo ripio, vas 30% del tiempo al borde del precipicio donde solo cabe un auto. Por suerte ni nos cruzamos con nadie ni venía nadie detrás.

Esta es una de las excursiones que jamás habríamos hecho de no ser por la recomendación de personas que viven en la zona, en este caso, la Carlita y una amiga suya, que le dieron el dato a Tania.

Resulta que las famosas capillas/catedrales de mármol de Puerto Río Tranquilo no son las únicas de la zona: en el pueblo (o caserío, según nos explicaron luego) de Puerto Sánchez, hay otras cavernas más extensas que las de Tranquilo, pero completamente desconocidas para los forasteros. Nos dieron el dato de la agencia Cirviolet y reservamos con ellos el tour Full Premium, que incluía visitas a las cavernas de Puerto Tranquilo, explicación de la historia de la localidad, visita a la capilla y catedral de mármol de Puerto Tranquilo y luego una caminata por las cavernas de Puerto Sánchez. 3 horas en total por $37.000 por cabeza. ¡Súper mega ultra recomendable! En perspectiva ahora pienso que el tour que hicimos en 2014 en Puerto Tranquilo fue una auténtica estafa: nos llevó un chiquillo en una lancha, no nos explicó nada, nos metió dentro de la caverna, estuvimos 10 minutos y nos fuimos. Creo que en ese tiempo pagamos $25.000 por cabeza.

Después del tour, volvimos a Bahía Murta a comer cordero: habíamos reservado el día anterior en un restaurante que resultó estar a la vuelta de la cabaña, literalmente a un minuto caminando. Llegamos al restaurante Tropero donde nos atendieron Miguel y Soledad. Qué espectáculo de cordero: maravilloso. Nos lo dieron con papas cocidas, lechuga de la huerta de un vecino, una botella de vino tino (la única forma saludable de comer cordero) y un postre de arroz con leche o babarois. Todo ello por $20.000 por cabeza. Más encima, conversamos harto rato con Sole y Miguel, súper buena gente. Como estábamos tan contentos, reservamos también para cenar esa misma noche con ellos, en este caso un salmón al vapor. ¡Pero qué salmón! de-li-cio-so. Al final nos quedamos un montón de rato conversando con ellos, y con Javi quedamos en volver una vez que retomemos la ruta desde Coyhaique.

Había que levantarse temprano para llegar a Puerto Tranquilo a las 8:00 así que nos fuimos al sobre relativamente temprano y felices por el día que tuvimos.

Día 22: Cerro Castillo – Laguna de Cerro Castillo

Salimos de Puerto Aysén a Coyhaique temprano para recoger a Tania y comprar un cargador para mi PC. Llegamos allí poco después de las 09:00, recogimos a mi amiga donde el trabajo de la Carlita, compramos más agua y por suerte, en la tienda de electrónica quedaba el último cargador compatible con mi equipo. Partimos para Cerro Castillo como a las 10:00 con la idea de comenzar la excuersión tipo 11:30, casi al límite del horario de subida permitido, que eran las 12:00.
Fuimos los últimos del día en comenzar la excursión, a las 11:55. Según nos indicaron los guardas, la subida nos tomaría 4 horas y teníamos horario límite de bajada a las 16:00 así que, si todo salía bien, llegaríamos arriba, estaríamos 5 minutos contemplando/sacando fotos/ comiendo/descansando antes de comenzar el descenso. En total, 6,5 kilómetros con un desnivel de 1.100 metros.
Esta excursión, catalogada con dificultad media-alta, era uno de los hits del viaje. Javi y yo íbamos de buen ánimo y disposición, pero lo más probable era que subiéramos un poco y nos devolviéramos hasta donde nos diera el cuerpo.
Y por suerte, el cuerpo aguantó como un campeón y no solo ha sido la excursión más impresionante que hemos hecho en este viaje sino la subida a una montaña más exigente que hemos hecho en nuestras vidas.

Día 19: Rafting en el Futaleufú y primer semi carrete del viaje

Nos apuntamos al rafting aun sabiendo que llovería, aunque por suerte las predicciones no se cumplieron y solo nos llovió un ratito mientras estábamos en el río sorteando rápidos.
La experiencia fue increible: el río estaba súper caudaloso y transparente y en las montañas había neblina, era como estar en una película.
Javi y El Primo nadaron en el río (Javi no lo pasó tan bien como El Primo, casi se lo lleva un rápido y tragó varias pintas de agua) y se tiraron de una roca de unos 3 mt de altura. Yo ni de broma lo habría hecho, entre el frío y los rápidos ya tenía mi dosis suficiente de emoción.
La excursión la hicimos con una agencia gestionada por una pareja chileno -australiana y los turistas eran todos extranjeros menos yo. En nuestro bote fuimos con una pareja de Suiza y un polaco-alemán, muy majos todos.
Uno de los guías nos contó que esa tarde habría una fiesta en Sur Andes, un bar del pueblo, y nos invitó a pasarnos por ahí a eso de las 8:30. Allí estábamos listos para el carrete pero no llegó nadie del grupo, aunque lo pasamos igualmente bien y comimos unas patatas bravas con mechada que estaba muy rico. Los chicos se habrían quedaro hasta más tarde, pero a mi me entró el sueño a eso de las 11 y nos fuimos a casa.

Día 16: Lago Cabrera, Hornopirén

Primero, mención honrosa al escenario: nuestra cabaña de madera con chimenea estaba frente al mar. La vista del amanecer es her-mo-sa. Y fría.

Después de una mañana más de trabajo (desde las 6 hasta las 11) nos fuimos en auto camino al lago Cabrera. La dueña de la cabaña nos había dicho que llegaríamos a un punto donde nos daríamos cuenta de que era imposible seguir manejando y que desde allí habría que caminar. Eso hicimos. En teoría la excursión duraba 3 horas, pero en total fueron 2 horas de subida y otras 2 de bajada. La verdad es que no fue nada especial, el camino se hizo monótono y muy incómodo por las piedras y el barro. La laguna es linda, pero no más que otras que hemos visto y había nubes que cubrían la cordillera, así que en resúmen, fue un día de ejercicio y naturaleza, pero no de quedarse con la boca abierta de la emocion.

Me sorprendió eso sí Hornopirén: me lo imaginaba poco más grande que una caleta de pescadores y es bastante grande y agradable.

En los planes estaba también ir a unas termas, pero no nos dio tiempo.

Nota: no tiene que ver con el objetivo original del viaje, pero ha habido algo que me ha llamado mucho la atención y me ha hecho pensar en política. Hemos estado en lugares bien aislados del mundo, pueblitos muy mínimos donde no hay nada más que unas cuantas casas, una calle pavimentada y un almacén. Incluso en esos lugares, encontramos escuelas, oficinas de registro civil, postas rurales, sedes vecinales, cajas vecinas del Bancoestado, una plaza decente y cuidada y señales de tránsito modernas. En algunos pueblos hay incluso gimnasios, conexión 4G y hasta transporte escolar subvencionado. Y me ha dado mucho gusto verlo, ahí es donde uno se da cuenta de lo importante de lo público y de cómo tenemos que seguir por esa vía.

Día 14: Volcán Osorno y Parque Nacional Vicente Pérez Rosales

El titular de hoy sería: ¿dónde has estado, volcán Osorno, toda mi vida?

Impresionantes las vistas desde el sendero del cráter, ¿cómo es que nadie me había hablado de esta maravilla? En serio, no conozco a ningún chileno que haya hecho esta excursión y no puedo entender por qué!!

Es una lástima que las fotos no logren transmitir lo maravilloso que es mirar el mundo desde el Osorno, se ve la curvatura terrestre, la inmensidad de los Andes, los bosques y ríos serpenteando, la inmensidad del Lago Llanquihue. Lo mejor que hemos hecho hasta ahora.

Luego fuimos a los Saltos del Petrohué, que estaban muy lindos y con una infraestructura muy de país desarollado. Se nota que es el parque más visitado de Chile. Pero después del Osorno, no hay nada!!

Visitamos el Lago Todos los Santos, donde casi me lleva el viento y luego fuimos a Puerto Varas donde nos tocaba pasar la noche. Hermoso Puerto Varas!! Es como estar en europa, todo tan bonito y perfecto. Me habría encantado quedarme más, pero ya habrá alguna otra oportunidad en el futuro. Cenamos rico en el Santo Fuego y nos fuimos al sobre.

 

 

Día 13: Parque Nacional Puyehue – Cráter Raihuén

Gran día gran de las primeras excursiones de verdad. Un par de cosas primero para ubicarnos en el parque: hay dos zonas principales con dos entradas diferenciadas: el sector Anticura y el de Aguas Calientes. Las dos zonas tienen áreas de camping y senderos de distintos niveles de dificultad. Lo segundo es que nos atendió una guía o guardaparque a la entrada quien nos dio muy buena información sobre los senderos, en especial el último del día.

Las primeras dos excursiones del día las hicimos en el sector de Anticura donde vimos saltos de agua: el Salto del Indio (el paseo más corto, unos 300 mt), y los saltos de La Princesa y Repucura, a 1200 y 1800 mt de distancia. La dificultad es baja, lo que no quiere decir que fuese súper fácil porque había algunas subidas importantes y hacía mucho calor, pero fue solo un aperitivo para lo que nos esperaba por la tarde.

Después de comer nuestros ricos sanguchitos de queso con palta, nos fuimos al sector de Aguas calientes, más o menos a una hora de distancia del Anticura, por camino mitad pavimentado y mitad de ripio. Este sector tiene unas termas públicas, que están gestionadas por los mismos responsables de las Termas de Puyehue (hotel spa súper pituco y privado). La mala noticia es que las termas públicas están en mantenimiento hasta el 30 de noviembre (solo dos días más tarde) así que tendremos que dejarlo para el futuro.

El caso es que llegamos a un complejo de ski donde casi todo estaba cerrado pero que tenían los senderos abiertos para subir al Cráter Raihuén. Se trata de una subida de una hora donde se llega a este cráter y luego, subiendo unos 20 minutos más, se llega a un mirador donde se aprecian los volcanes Osorno, Puntiagudo y Casablanca. La dificultad es moderada y yo le añadiría algunos puntos más de dificultad por los 29 grados que nos acompañaron y que me dieron esos saludables coloretes en el rostro. Las vistas son impresionantes. Lo mejor que hemos visto hasta el momento. La excursión en total nos tomó 3 horas, con todas las paradas que hicimos para tomar fotos y disfrutar de la tremenda vista.

Llegamos muertos a la cabaña, a darnos un chapuzón en la tinaja caliente y al sobre.