Día 34: De Puerto Guadal a Cochrane

« de 2 »

En teoría, había un par de cosas que ver en Puerto Guadal, una antigua mina y el Salto del Maqui, a 5 kilómetros. La dueña de la cabaña nos dijo que la mina no valía la pena pero que el salto era muy bonito (las fotos también lo decían) así que allá fuimos.
La sorpresa es que el acceso al salto estaba, adivinen, cerrado por ser propiedad privada. Como ya estaba bastante mosca con la propiedad privada de espacios naturales, nos metimos igualmente al bosque que, en teoría, llevaba hacia el salto. El punto es que nunca encontramos el sendero correcto y descubrimos que la propiedad del bosque es de una empresa que montó una hidroeléctrica a partir del salto. Eso es. Tomamos algunas fotos que estaban colgando del bosque cercado. Por lo visto, no soy la única que se rebela contra los dueños de la tierra.
Nos dirigimos luego hacia Puerto Bertrand. La intención era ver el pueblo, ir al nacimiento del río Baker (el más caudaloso de Chile, como repetíamos en las clases de historia y geografía en la básica) y luego la confluencia de los ríos Baker y Neff. La idea era llegar a Cochrane antes de las 12.00 para alcanzar a ver la final del mundial (Argentina-Francia) y Javi ya había acordado con el dueño de la cabaña el horario de llegada. Pero las cosas no siempre se dan como estaban planificadas.
En Puerto Bertrand nos tomamos un café en un food track regentado por dos venezolanas. Había una extraña pareja detrás de nosotros y nadie más. Era como un pueblo fantasma. Luego llegó más gente, pero teníamos la sensación de estar en el fin del mundo.

Preguntamos por dónde se iba al nacimiento del río Baker, pero nadie había oído hablar de él. Partimos en dirección a la confluencia del Baker y el Neff, que es mucho más conocido y a menos de 3 kilómetros vimos la entrada al mirador del nacimiento del Baker. Plop. Se podía llegar caminando, pero ¿nadie lo conocía? Bueno, pues es muy bonito, el agua es azúl glaciar y transparente y es precioso ver cómo el lago se convierte en río.

La siguiente parada fue la confluencia del Baker y el Neff y es un verdadero espectáculo, ver cómo las aguas transparentes y caudalosas del primero se unen a las verde-lechosa del segundo (por efecto de los sedimentos que dejan los glaciares) y luego continuan en una única ruta.

A esas alturas, era imposible que llegáramos a ver el partido a las 12, pero nos daba lo mismo. Paramos una última vez antes de llegar a Cochrane en la confluencia del río Baker con el Chacabuco y nos ocurrió algo particular: una mujer que estaba en otro auto se acercó a Javi para pedirle que lleváramos a Cochrane dos autoestopistas que llevaba ella, porque ella se quedaría en el Parque y no seguiría hasta Cochrane. Me mosqueé, no habíamos llevado nunca a nadie y no me gustaban esos asaltos de buenismo. En fin, como a Javi lo pillaron desprevenido, aceptó y llevamos a una pareja de franceses que llevaban 5 meses viajando por sudamérica y que iban a hacer una ruta similar a la nuestra pero mucho más rápida. Muy simpáticos los dos. Cuando llegamos a Cochrane y recobramos la señal de móvil vimos que el partido estaba a punto de terminar y que Argentina iba ganando 2 x 0. ¡Qué disgusto se llevaron los pobres! Los dejamos en el centro y llegamos a la cabaña, encendimos la tele y estaba a punto de empezar el tiempo extra porque los franceses habían empatado en 10 minutos, muy emocionante. Me pregunto cuántos argentinos habrán tenido problemas cardíacos ese día.

La cabaña nos gustó mucho, solo que como estaba fuera del centro, no tenía Wi-F y nuestra señal de teléfono fluctuaba entre mala y desastrosa, pero el sitio era muy campestre y silencioso.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *