Día 36: Cochrane y Glaciar Cayuqueo

Nos encantó Cochrane. Es una ciudad pequeña, que todavía tiene las plazas como punto de reunión familiar, no se ven grafitis, los niños parecen niños, hay almacenes tipo emporio que tienen de todo, pero de verdad DE-TO-DO, desde comida hasta materiales de ferretería, pasando por ropa, zapatos y papelería y todo está en cajitas sin nombre pero las dependientas saben perfectamente dónde se encuentra cada cosa.

La conectividad también es un lujo. Como en la cabaña casi no había señal, decidimos buscar algún cyber café o ir a la biblioteca pública a trabajar. Con lo primero nos fue mal porque no hay ningún cyber en la ciudad (aunque Google diga lo contrario) y la biblioteca era una buena opción, pero cerraba muy temprano. Así que, como el día estaba lindo y no había dónde ir, nos quedamos trabajando en un banquito de la plaza de armas. Y así estuvimos unas dos horas hasta que nos quedamos sin batería. La gente pasaba y nos saludaba, los perritos se me acercaban, todos muy respetuosos y educados. Si no estuviera tan lejos de todo, sería una linda ciudad para vivir.

El glaciar Cayuqueo (a veces escrito Calluqueo) y el monte San Lorenzo, son dos de los hallazgos de este viaje y que no aparecían en la información previa que teníamos de la zona (más bien, que tenía Javi, que se curró todo el viaje). No recuerdo que ningún chileno me mencionara esta zona ni que hubiera venido. Y es un pecado. Cómo es posible que en Chile no se sepa más de único glaciar que se puede visitar 1) gratis, 2) en auto, 3) ¿de dicho que se puede ver desde el auto? Tremendo. En las dos horas de viaje, viendo un paisaje patagónico de libro, nos cruzamos solo con una camioneta con placa de Estados Unidos. Increíble.

Al terminar, pasamos de vuelta a Cochrane (la desviación está solo a 4 km) para echar gasolina y enfilamos rumbo a Caleta Tortel.

En el camino recogimos a dos autoestopistas porque Javi se apiadó de ellos (camino de ripio y con lluvia) y resultaron ser dos chicos (30 y algo) santiaguinos que estaban deslumbrados por la belleza del sur. Estaban pensando en vivir en la zona y montar algún negocio, como una peluquería en Puerto Tranquilo. Ay por dios, ojalá no haya muchos de estos dando vueltas.

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